(Nota: reproducción de la entrevista que nos realizó el El Divan de Cleopatra, y publicada originalmente en dicho blog)
Hace frío en la calle. Aún está empezando la noche y se ven viandantes paseando, volviendo a casa. Pero algunos buscan claramente otra cosa. Se ven tirantes, medias de rejilla, tocados, pajaritas. En la puerta de un local, cruzan el umbral y bajan las escaleras que llevan a una realidad paralela a la que ocurre por encima de ellos en la ciudad. Aquí hay música en vivo, swing, risas, copas, y el espíritu del cabaret. Pero no estamos en los felices años 20. Seguimos en el Madrid de 2017.
Electro Swing es una propuesta que trae una fiesta diferente a la noche madrileña. Me reúno con Daniel DJ, video DJ y director artístico de Electro Swing Madrid, para hablar con él de espectáculo, música e historia.
Si te pregunta alguien que nunca ha oído hablar de ello, ¿qué es Electro Swing? ¿Cómo se lo explicas?
“Es una propuesta que quiere mostrar la dinámica de clubbing que hay en Europa y la que hay en Madrid, de salas de fiesta, música electrónica y centrado en el público. Queremos que se sienta parte de la experiencia”.
Antes de las discotecas, que nacen en los años 60, existieron los clubs. En Chicago, la clandestinidad la causaba la archiconocida Ley Seca, vigente entre 1920 y 1933. En Berlín, la prohibición tuvo una causa muchísimo más siniestra: el Tercer Reich. Joseph Goebbels, mano derecha del Führer en lo referente a propaganda, dijo que “un lenguaje maduro se convierte en jerga y un vals se vuelve jazz”. Los nazis prohibieron el jazz, el swing, y otras músicas de “infrahumanos” (no se referían a ellos mismos sino a los negros y judíos).
La diversidad es una de las claves de Electro Swing Madrid. Grupos diferentes se mezclan en el ambiente como en el París de entreguerras… pero en este caso disfrazados.
“El disfraz es algo que iguala mucho a la gente en una fiesta”, me cuenta Daniel. “Todos estamos participando del juego. Muy como en Europa, basado en respeto, en zonas de confort Hay afinidad por los vestuarios, la gente del mismo estilo se reconoce y se junta: steampunk, gente más cabaretera, queer… El dialogo con la puesta en escena es esencial. No paramos la fiesta cuando hay espectáculo, hay momentos en que la fiesta esta en lo más alto y no ocurre nada especial, es la gente. Hay que dejar espacio a la gente”.
¿Quiénes sois Electro Swing? ¿Cuántos sois y cómo conseguís que esto salga adelante?
“En la última fiesta fuimos hasta veinte personas participando directamente: cámaras, músicos, artistas, la persona que está en la puerta. Y yo pluriempleado, presentando, pinchando…” Me cuenta que se juntaron personas de seis nacionalidades distintas, fomentando ese intercambio cultural que también es huella distintiva del cabaret. “Está enfocado a gente transgresora, y queremos que sea una experiencia muy internacional y de intercambio. Empieza a venir gente, a generarse comunidad”.
Cada fiesta es diferente y única, los artistas cambian, hay espectáculos nuevos… ¿Qué podemos esperar de Electro Swing en el futuro?
“En esta fiesta vamos a dar impulso a la música electrónica y electro swing, en la anterior llevamos una marching band… es el concepto de club, queremos que la gente se sienta socia, partícipe de una comunidad. Buscamos un cambio de paradigma, un cambio de horarios en las fiestas. Queremos en el futuro hacer cosas por la mañana, estilo brunch… depende de la respuesta que tenga el público. Queremos hacer diferentes tipos de evento. Nos encantaría hacer algo para mil personas, pero también algo para 50.”
Cabaret es una palabra francesa que significa “taberna”, ya que fue precisamente en estos establecimientos donde empezaron a surgir los espectáculos nocturnos parisinos que han internacionalizado el término. Música, danza, humoristas, mimos, todos pasaron por los escenarios de Le Chat Noir, Le Moulin Rouge o el Folies Bergère. En España, Els Quatre Gats, 1897, y El Molino, en 1899, ambos en Barcelona, fueron los primeros. Berlín se convirtió en la capital mundial del cabaret hasta la llegada de Hitler al poder. Músicos y artistas se exiliaron, algunos a París, que sería también ocupada, y otros, con más acierto, a Estados Unidos.
La variedad del espectáculo es una de las claves de Electro Swing Madrid. Además de músicos y DJs, hemos visto en las fiestas malabaristas y bailarinas de burlesque. ¿Cómo conseguís encajar todo esto?
“Yo soy escenógrafo, he trabajado en el circo, en el teatro… Buscamos salas bonitas, donde encaje el cabaret. Sacarle partido a la sala es importante. Queremos que la gente vaya a un cabaret, a un club. En España esto no es tan habitual, pagan entrada por una experiencia, no por estar tomando copas. No quiero que te tengas que emborrachar para que me salga rentable. Pagas la exclusividad, la buena música… en la próxima viene el saxo de No Reply (uno de los grupos más “hot” de la escena de swing y jazz contemporáneo”). “
Por eso no venden entrada con consumición. La entrada, que dependiendo de si es anticipada o no oscila entre los 6 y los 10€, está enfocada a un público joven. También buscan no llenar el local al máximo, sino que haya espacio, para hablar, para bailar…
“Necesitas que la gente entienda los niveles: la electrónica es más contemporánea, el cabaret va más a lo retro, decadente, de la Alemania de entreguerras. No queremos que cambie el ambiente sino las emociones y las sensaciones del público. La vida imita al arte, queremos crear la película y meternos dentro. Queremos seguir añadiendo detalles.”
Los organizadores y artistas de Electro Swing se mezclan con el público. Daniel me explica, “Es un rollo Casablanca: por un lado, el pianista, por otro el dueño, por otro el jefe de sala que está visible…Es muy transparente la gestión” Le comento que no se ve ese tufillo de jerarquía y de elitismo que te encuentras en otras fiestas, en las que el gorila de la puerta o el encargado de la sala aprovechan su parcelita de poder para apabullar. Me viene a la cabeza la tonadilla de 2005, “quiero entrar, en tu garito con zapatillas…”
“Nuestro elitismo, al final, es de gusto. Tiene que ver con el gusto y no con la condición o la clase. Con un vestido negro y una boa del chino te puedes venir, no hace falta que las perlas sean buenas. Es muy accesible. Lo fácil que es, unos tirantes, una camisa y un pantalón, incluso para chicas.”
Hablar de clases y del periodo entreguerras merece una mención a los cambios sociales que tuvo como consecuencia la Primera Guerra Mundial. Fue un adiós estruendoso a la era victoriana en Inglaterra (reinaba Jorge V, nieto de Victoria, durante el conflicto). La mujer se incorporó al mercado laboral, sumándose al esfuerzo de guerra como enfermera, trabajadora de fábrica, conductora de tractor, o mecánico. Fue difícil negarles el derecho al voto a las mujeres inglesas después de esto.
Surgieron nuevas fortunas a raíz de la industria armamentística, las clases medias se empobrecieron, y el proletariado empezó a tomar protagonismo a partir de la Revolución Rusa.
Electro Swing Madrid defiende sus orígenes castizos y capitalinos.
“Defender el concepto Madrid no es tan fácil. Lu y su prima, nuestros alter ego DJ, pinchan con gorra de chulapo, y así nos vamos por Europa a pinchar. Electro Swing Madrid tiene una parte de recuperación de ese Madrid de los años 30. Nosotros, a pesar de tener una opinión clara y marcada de lo que sucedió en el pasado, no hacemos un juicio de valor. Representamos lo que fue, lo que pasó, cómo era Madrid”.
¿Y cómo era Madrid? Una ciudad en constante crecimiento, demográficamente joven, y llena de contrastes entre los nuevos aires de Europa y la España anclada en el pasado. La Generación del 27, la Edad de Plata de la literatura española, convivían con unas elevadísimas tasas de analfabetismo, si bien en la capital estaba por debajo del 20%. El movimiento de liberación de la mujer tenía sus primeras representantes, dando nombres como la sufragista Clara Campoamor, la abogada y política Victoria Kent, o la ensayista y filósofa María Zambrano.
La situación política es de todo menos estable: la dictadura de Primo de Rivera marcó los “felices años veinte”, y la Segunda República, nacida en 1931, tuvo que hacer frente a la tradicional sociedad española, la influencia del fascismo en Italia y del bolchevismo en Rusia, ataques desde la izquierda y la derecha, y ¡cómo no! la corrupción de la clase política, que dio lugar a varios escándalos.
Daniel me habla de otro aspecto del Madrid de los años 30: la fiesta. “Cuando ves en EEUU los montajes de electro swing ves sus fiestas, sus movidas, sus artistas, su música. El swing en España lo mantienen los gitanos, igual que en Francia, el gypsy swing. La calle Atocha en Madrid estaba llena de salas de baile, la orquesta cambiaba cada dos horas, la gente se hinchaba a bailar. Y queremos mantener eso, porque Madrid es verbenero, y queremos recuperarlo pero también es ya cosmopolita, es capital, y queremos definirnos como madrileños. Berlin tiene una movida muy verbenera, Roma la suya, y Seattle…. ¡Tienes que ver la de Electro Swing Tokio! Y queremos eso, ser verbeneros, hacer electro chotis.”
El swing es una rama del jazz que gana especial popularidad en los años 30. Sus notas distintivas son las bandas más grandes y los ritmos más rápidos, lo que lo hace idóneo para bailar. En Europa tiene una gran acogida en París, donde el guitarrista gitano francés Django Reinhardt crea un estilo distintivo con gran influencia. Reinhard tenía incapacitados dos dedos de su mano izquierda debido a un incendio, pero esto no le hizo dejar de tocar, sino que acabó desarrollando un sistema de digitación que dotó de una enorme originalidad a su estilo.Reinhard estuvo en serio peligro durante la ocupación nazi de Francia, ya que los gitanos fueron enviados a campos de concentración junto con los judíos y opositores al régimen. Reinhard se libró de esta suerte al ser protegido por un oficial de la Luftwaffe amante del jazz.
¿Cómo se relaciona el público con esta faceta histórica de las fiestas?
“Hay gente que entra en el juego en el plano intelectual, e incluso un punto de vista infantil: entender la relación con el pasado como un instrumento de juego. Mientras más conozcas ese instrumento, más curiosidad genera y más disfrutas con él. A nivel visual nos enfocamos a una época muy interesante, para lo bueno y para lo malo. Son los años del art déco, Munch, las señoritas de Avignon, el nacionalsocialismo, que era el movimiento más feminista (si bien no se puede hablar aun de ello), pero si de un cierto empoderamiento… Y nos quedamos con el swing, lo que bailaban los negros cuando salían de trabajar para aislarse de los blancos”
¿Debería aprenderá bailar swing para la próxima fiesta?
“Nuestra óptica está más enfocada al disfrute social que al baile individual. Con el baile en pareja, la sociabilidad es más reducida. El electro swing tiene ese punto de superficial agradable. ¡Fíjate lo que nos sirve para hablar de otras cosas! Pero nos lo dejamos fuera en la fiesta. Tenemos un lema: dress pretty, dance ugly.”
Y con esto nos despedimos. Finalmente, no queremos llevarnos de fiesta una profunda reflexión histórica, sino sacar partido de una época en la que, a pesar de la miseria que asoló Europa, se supo mirar adelante, y se siguió bailando.
“Electro Swing tiene un elemento homenaje, con un punto de vodevil, de revista… queremos que sea ligero, no son fiestas para reflexionar. Si la fiesta ha sido buena, no hay ninguna reflexión. Sólo, ¡qué bien me lo pase ayer! El swing es el McGuffin. Tiene el punto de la prohibición, la época, dejar el mundo fuera. Cada época da un rollo distinto”.
Con esto me despido, pensando en que sería muy guay ir a fiestas de otras épocas. ¿Época victoriana? ¿y el Antiguo Egipto? Desde luego, en la próxima edición estaré allí con tocado, medias y ganas de bailar el swing (o intentarlo al menos).
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